domingo, 19 de julio de 2009

La verdadera crisis.


La verdadera crisis actual, no es una crisis económica. La crisis económica es solo una consecuencia más de la principal crisis: LA CRISIS DE VALORES.

Vivimos en una sociedad, sobre todo la española, donde se ha primado el analfabetismo desde las más altas instancias. ¿Cómo es posible que se baje el nivel de conocimientos en la enseñanza, como es posible que se premie con becas a los estudiantes más gandules, como es posible que sin haber aprobado la ESO puedan darte un certificado? Así nos va.

Hoy la juventud principalmente, y el resto de la sociedad también, carece de valores de ningún tipo. Palabras como honor, lealtad, sacrificio, ahorro, abnegación, heroísmo, han sido sustituidas por aparentar, hedonismo, peloteo, gandulería y despilfarro.

Cuando, el que esto escribe, era pequeño recuerda que, en el autobús, metro o tranvía si estabas sentado y entraba una señora, de la edad que fuera, todos los hombres se levantaban para cederle el asiento, y no digo ya si la mujer era anciana o estaba embarazada. Antes se daba los buenos días al barrendero por la mañana aunque no lo conocieras, de hecho cuando te cruzabas con alguien a primeras horas de la mañana era habitual intercambiar el buenos días, aunque no os conocierais.

Se trataba a todo el mundo de usted. Hoy, hoy vas cualquier sitio y te tratan como si te conocieran de toda la vida, “oye”, te dicen.

En los centros de enseñanza se hablaba de usted a los profesores, hoy de tu...si acaso, cuando no los están apedreando, y en este caso es más sangrante aun, pues han sido los mismos educadores, “maestros y profesores”, los que lo han querido así. Fueron ellos los que hicieron unas normas para coleguear con los alumnos y así les ha ido, agresiones a profesores por un tubo, aunque ahora se silencien desde el gobierno y cuenten con la complicidad de los medios -a sueldo del poder- de lo políticamente correcto y de la pandilla de golfos que dirigen el asunto.

Nos enseñaron que todo en la vida requiere esfuerzo, trabajo y abnegación y que al final estaba el justo premio al sacrificio. Sacrificio en los estudios, en el trabajo, en el ahorro.

Hoy no, hoy es la cultura del “pelotazo” implantada en los oscuros años del tardofranquismo y ensalzada en la oscura época del felipismo, refrendada con el aznarismo y revalidada con el zapaterismo. Y por eso llego la crisis económica: mala y retorcida practica económica de especulación y usura, tráfico de seres humanos que trabajaran más barato, embrutecimiento del obrero para convertirlo en lacayo, pelota y chivato del jefe y de esos polvos vinieron esos lodos.

Se especuló con valores económicos virtuales en la bolsa, se construyó recalificando terrenos y comprando políticos al peso, con mano de obra ilegal y con sueldos esclavistas, hasta que el “mercado se saturó y se rompió”. Aunque es bien cierto que los impulsores de esta crisis son los más beneficiados: no hemos visto a los directivos de Martinsa Fadesa ir a la oficina del INEM, no, ellos siguen en sus country club exclusivos, vestidos de pantalón corto y náuticos en los puertos deportivos mientras su parientas, hablan de lo bien que se lo hace en el Spa, sin saber ni tan siquiera lo que es SPA, salud pro agua, que decían los romanos, pero esto es otra historia.

Los Entrecanales, los Albertos y un largo etcétera siguen a todo tren, a ellos no les pasará nada, el único perjudicado ha sido el trabajador, por una parte, creyendo que esto no acabaría nunca y que era fácil, todo habían llegado a creerse, que eran como sus jefes, y así ostentaban como ellos, coches caros, joyas, incluso barcos, y luego de pronto el desplome.

Pero siguen igual, los ejecutivos porque pueden mantener el tren de vida, ya que legalmente no hay manera de hacerles pagar sus delitos, ya que ni tan siquiera a ojos de la ley son delitos. Los empleados, viviendo en la morosidad, pero aparentando igual, eso por supuesto.

En cuanto a la juventud, como decía al principio, la juventud de hoy que son los Jennys y Kevines, fruto de una época de la tardo transición, donde a la incultura que empezaba a brotar auspiciada desde el poder (un pueblo cuanto más inculto, mas manipulable es) les dio por ponerle nombres “americanos” a los bebes, los pocos que iban naciendo ya, y sobre todo que evocaran a actores, anquen fueran malos actores, curiosamente no oído llamar a nadie Silvester, pero si muchos Kevin y Richard, como dicen los calos, “Richal”.

La juventud, que debería ser la depositaria de nuestra esperanza, ya no quiere ser como en mi época: el Cid o Rob Roy...los niños, y Agustina de Aragón o Genoveva de Brabante...las niñas, no, hoy su máxima aspiración es ir a Gran Hermano y luego pasearse despellejando a diestro y siniestro a otros grandes héroes como ellos, junto con Mariñas y Patiño.

Hoy, los jóvenes no quieren ser como Stewart Granger y Deborah Kerr en EL PRISIONERO DE ZENDA, no, hoy el papel de Rodolfo Rasendyll les parecería un gilipollas que se sacrifica, y el papel de la princesa Flava les parecería una mojigata. Hoy los héroes de la juventud son el cubano Dinio y Belén Esteban, es decir la flor y nata de la estulticia. Pero claro habiendo gente como Bibiana Aido y Leire Pajin en las tramoyas del poder ¿qué podemos esperar?

Antonio M. Cayuela.

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